3.10.2014

Sin respiración.

'Cómo sentirse imbécil en tres sencillos pasos.' Y es que bueno, a mí me sobran dos.

Sigo con la esperanza de que algún día vuelvas. ¿Volver a dónde? Si yo mismo fui el capullo que te echó de mi vida, a patadas, sin opción alguna. Por mucho que tú lo intentaras, por mucho que yo quisiera, antepuse la dignidad al corazón. Y sí, puede que aún me quede algo de dignidad, pero no me queda nada de corazón.

Está triste. No es capaz de sonreír sabiendo que tú no vas a estar ahí para verlo. Y es que tengo miedo de volver a ti, y que me eches como yo tantas veces lo he hecho. Tengo la esperanza de que me leas, como siempre hacías (y me encantaba que hicieras), y que sirva, ya no para recuperarte, sino para hacerte ver que aún, desde lo más profundo de mi corazón, te sigo queriendo como nunca he querido a nadie.

Y es que se me hace inevitable no recordarte cada día. A cada tontería, cada pequeño detalle, apareces en mi mente. Y en eso estoy, en el lío de siempre. En no saber si realmente eres la persona adecuada para mí. Si estoy confundiendo el grato recuerdo de todo lo que hemos vivido, con algo de amor que me pueda quedar.

Ahora, ¿con qué cara te digo yo que aún te sigo queriendo? ¿Cómo voy a volver a pedirte perdón, después de todo lo que hemos vivido? No sé, ya no tengo remedio. Pensar que los días más felices fueron a tu lado, y que quizás nunca vuelva a tenerlos... es algo que me estremece, que me deja sin respiración.

Y es que, todo tú, me dejas sin respiración.

3.07.2014

Poco.

Pues eso, que la gente se queja de vicio. Se queja de lo que no tiene. Y es que eso es lo fácil, quejarse, y no valorar lo que tienes.

Porque, ay, qué poco se necesita para ser feliz.