2.02.2017

Ternura.

No lo necesito.

La verdad que no, no necesito que vuelvan a hacerme daño.
¿Enamorarme? Me encantaría. Pero no si luego todo termina como siempre.

Me encanta ilusionarme contigo, decir las cosas bonitas que pienso sobre ti, me encanta que seas tan tierno, y me encanta comportarme así de romántico. Ésa es mi verdadera esencia. Por suerte o por desgracia, la que nadie ve.

Vuelvo al mismo tema de siempre: ¿qué le pasa a esta sociedad? ¿Nadie se ha parado a pensar el daño que nos hacemos los unos a los otros? La era de la tecnología y el consumismo, la novedad. Cómo nos encanta tirar algo en cuanto apenas está roto. Total, ya me compraré otro.

Nadie se ha parado a pensar que hay cosas que no pueden reponerse. ¿Cuántos corazones rotos conoces divagando por ahí? En vez de romper más, ¿por qué no nos dedicamos a repararlos?

Creo que ya estoy suficientemente roto, como para tener más pedazos de mí. Llega un punto en el que la vida te hace añicos, y eso ya no hay quien lo reconstruya. En serio, creo que nadie se ha parado a pensarlo. Se nos está yendo de las manos.

Quiero experiencias, vivencias. Quiero personas. Personas que ayuden a reparar el daño que otras han causado. Personas que me hagan perder la cabeza pero me mantengan los pies en el suelo.

Tengo mucho que ofrecer. Lo sé. Y creo que no pido tanto a cambio. Sigo siendo un incomprendido: alguien que busca que, por una vez en su vida, lo valoren como se merece. Pero bueno, basta ya de llorar. Eres tú el imbécil que se lo pierde.

Sólo espero, de corazón, que cuando me llegue el día (porque sé que me llegará) no esté tan cansado como para cerrar los ojos y no querer mirar más allá. Ni querer tirar este juguete roto o cambiarlo por uno nuevo.

Prometo cuidarte y hacer lo que esté en mi mano para hacerte todo lo feliz que me gustaría que me hubieran hecho a mí.

Desde un pasado no tan lejano: me hiero, y te quiero.