5.17.2015

15.

Últimamente me está dando mucho por escribir. No sé si es por emoción, tristeza o pura melancolía.

El hecho es que aquí estoy otra vez. Y bien feliz. Llevo unos días recordando muchos momentos que he vivido: con mi familia, con mis amigos.. y sonriendo a cada uno de ellos. Me doy cuenta que la vida se pasa más rápido de lo que nos gustaría, que debemos aprovechar cada minuto para hacerlo único. Recordar un viaje porque fue una experiencia nueva, la celebración de un cumpleaños porque fue 'el día de', o un noche cualquiera en la que dos personas no sabían que se estaban enamorando.

Ahora, mirando atrás y recordando todos esos momentos... me siento feliz. Estoy tan emocionando de poder compartir estos ratos con toda esa gente, con MI gente. Y es que todo va sobre ruedas cuando las cosas se hacen con ilusión, cuando sientes la emoción de lo que está por venir, cuando los deseos se hacen realidad.

Me encanta la vida que llevo aquí, a mi aire. Con preocupaciones de menos, copas de más. Personas especiales que te arrancan una sonrisa sin pretenderlo. Pero ellos, mi familia, son lo más bonito que tengo y que podré encontrar jamás. No puedo evitar soltar alguna lágrima cuando pienso en vosotros porque os echo de menos. ¿Y qué pasa con mis amigos? Ya he hablado de ellos: mi familia. Son los que están ahí a diario, en quien pienso cuando tengo algún problema, quienes me sacan de casa cuando lo único que me apetecería es esconderme bajo las sábanas. Ellos, por los que pasaría noches en vela, recorrería miles de kilómetros y haría cualquier cosa sin preguntar el porqué.

Pero bueno, no pretendía escribir nada triste, al revés... es algo que me viene de dentro, mis más sentidas emociones, algo que no suelo compartir con mucha gente. Queda poco tiempo para echarnos de menos, ¡en nada me tenéis por allí dando el coñazo de nuevo!

Y este mes que queda lo voy a aprovechar al máximo. Haciendo de todo, exprimiendo cada momento, haciéndolo único e irrepetible. Porque nunca sabes cuando va a ser la última vez que hagas algo en esta vida.


Disfrútala,
que sólo tienes una.



5.16.2015

Relatividad.

Quién dice lo que está bien, y lo que está mal. Quien se encarga de juzgar, de establecer lo que define la moralidad. Somos demasiadas personas en este mundo para obtener concepciones universales. Cada uno se basa en su existencia, en sus vivencias; y de aquella forma es en la que percibe la realidad.

Pongamos que, por un momento, dos personas se sitúan frente a un paisaje. ¿Cómo juzgar si es bonito o no? ¿En qué hay que basarse para describir la realidad a la que se enfrentan? Quizás ambos sientan emociones distintas. Seguro que lo harán.

Eso mismo pasa con las personas, y las relaciones que entre ellas se producen. Quizás tú me hagas sentir el hombre más feliz del planeta, mientras que yo para ti sólo sea uno más. ¿En qué nos estaríamos basando? ¿Sentimientos? ¿Por qué tú eres capaz de hacerme sentir así, y yo no puedo? ¿Hasta cuándo puede durar? ¿Y sí se intercambian los papeles? ¿Y si ahora soy yo el que no siente nada? Ay, qué complejo todo.

Muchas veces me paro a darle vueltas a todo este tipo de cosas. A ver cómo la gente se relaciona, qué técnicas utilizan para ello. Quizás técnicas de persuasión, o simplemente espontaneidad y naturalidad. Me abruma pensar en esto aunque, para qué engañarme, siempre he pensado en qué se basa la felicidad. Cada vez estoy más seguro que es un cúmulo de pequeños momentos, de sonrisas infinitas con esa gente por la que darías la vida. Esos momentos que desearías que fuesen eternos.

Pero ay, qué tristeza pensar que cuando crees que algo es eterno...
se acaba.

5.13.2015

La tentación vive.. lejos.

Sería el novio perfecto. Lo sé.

Me preocupo por la gente que quiero, me gusta hacer sentir bien a los demás. Soy el (no tan) típico que le encantan los pequeños detalles, esos con los que no puedes evitar que se te escape una sonrisa.

¿Y entonces? ¿Qué falla? Hay algo que no encaja. Falta la pieza fundamental, esa que hace que todo vaya sobre ruedas, que no dudes ni un momento de tu pareja. Confianza plena, interacción física... cariño, constancia y amor, mucho amor.

La receta es fácil, pero no basta con únicamente mezclar los ingredientes. Hay que saber la cantidad exacta de cada uno de ellos para que el resultado sea perfecto. Aunque, ¿quién busca la perfección? Es más divertido experimentar, probar cosas nuevas... y ver qué resulta.

Y en ese punto estoy: en probar. He intentado mezclar los ingredientes de muchas formas distintas, pero nunca doy con el sabor acertado. A veces demasiado dulce, otras amargo a mas no poder. Llegará el día en el que, por fin, consiga la mezcla que deseaba. No será perfecta, ni mucho menos, pero será aquella que mi paladar pueda disfrutar a diario, sin llegar a aburrirla.

Hasta entonces.. ay, quién sabe qué será de mí hasta entonces.