7.20.2015

Se rompe con las manos.

Hemos vuelto. Vuelto a toda esa tontería de vida que me rodeaba y pensaba que había dejado atrás. ¿Es el lugar? ¿Son las personas?

Al menos sé que no soy yo el causante de todo esto. Irme fuera y apartarme de todo eso me ha ayudado a conocerme mejor, a descubrir que no soy yo el que provoca todo este desastre de vida. Son las personas que me rodean las que me hacen así de (in)feliz.

Con doble sentido, con doble moral. Feliz de volver, de estar con la gente que me quiere. E infeliz por exactamente la misma razón.

Además, sigo sin encontrar mi sitio. Ni a nadie con quien compartirlo. No hay nadie que me llene en todos los aspectos, que consiga ponerme tonto y hacerme perder la noción del tiempo. Creo que esta sociedad se degenera por momentos. O quizás seamos nosotros mismos los que la llevemos a esa degeneración.

Aunque noto que las cosas han cambiado, y me las tomo de distinta manera. Hay algunas por las que antes hacía un mundo y que ahora, hablando claro, me la sudan. Estoy aprendiendo a vivir con esta degenerada sociedad, donde el amor ya no existe y las personas somos sólo caprichos de otras. Y no me gusta. Para nada.

En serio, ¿no podemos volver un siglo atrás? Hemos avanzado en muchísimas cosas, pero pienso que la ilusión de todo esto se ha perdido. Y con lo que a mí me gusta la magia, ay. Ya no quedan buenos magos.

Y eso busco yo: alguien que sea magia, pero sin truco.

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