Fever.

Hacía tiempo que no escribía. Las entradas de enero están vacías. El mes en sí, ha sido un mes vacío. Sinceramente, no me llevo nada de este mes. Ha sido un tiempo de transición entre lo que fui, y lo que soy ahora.

Como siempre digo: las personas no cambian, simplemente, evolucionan. Y eso es lo que he necesitado hacer en este tiempo. Quería descubrirme a mí mismo (aunque pienso que no lo he conseguido todavía), saber apreciar lo que verdaderamente importa; aún necesito un tiempo de reflexión, de saber en qué dirección encaminar mi vida, qué es lo que quiero tener, y qué es lo que debo dejar atrás, en el pasado.

La vida no es fácil, nadie dijo que lo fuera. Pero intento sobrevivir a ella de la mejor manera posible. Muchas de las veces cometo errores, eso demuestra que soy humano, y un tanto retrasado, para qué mentir. Muchas otras, la vida me enseña a valorar esos pequeños detalles del día a día, esos que a mí tanto me gustan, y que tan poca gente sabe apreciar.

Lo dicho, enero termina (y menos mal). Ha sido un mes difícil... de adaptación, de dudas, de pocas sonrisas. Entro a febrero con el pie derecho, con más valor que nunca, con ganas de sonreír, de ser feliz (o intentarlo, al menos). Espero que, en este nuevo paso al frente, la vida no decida volver a ponerme la zancadilla.