5.16.2015

Relatividad.

Quién dice lo que está bien, y lo que está mal. Quien se encarga de juzgar, de establecer lo que define la moralidad. Somos demasiadas personas en este mundo para obtener concepciones universales. Cada uno se basa en su existencia, en sus vivencias; y de aquella forma es en la que percibe la realidad.

Pongamos que, por un momento, dos personas se sitúan frente a un paisaje. ¿Cómo juzgar si es bonito o no? ¿En qué hay que basarse para describir la realidad a la que se enfrentan? Quizás ambos sientan emociones distintas. Seguro que lo harán.

Eso mismo pasa con las personas, y las relaciones que entre ellas se producen. Quizás tú me hagas sentir el hombre más feliz del planeta, mientras que yo para ti sólo sea uno más. ¿En qué nos estaríamos basando? ¿Sentimientos? ¿Por qué tú eres capaz de hacerme sentir así, y yo no puedo? ¿Hasta cuándo puede durar? ¿Y sí se intercambian los papeles? ¿Y si ahora soy yo el que no siente nada? Ay, qué complejo todo.

Muchas veces me paro a darle vueltas a todo este tipo de cosas. A ver cómo la gente se relaciona, qué técnicas utilizan para ello. Quizás técnicas de persuasión, o simplemente espontaneidad y naturalidad. Me abruma pensar en esto aunque, para qué engañarme, siempre he pensado en qué se basa la felicidad. Cada vez estoy más seguro que es un cúmulo de pequeños momentos, de sonrisas infinitas con esa gente por la que darías la vida. Esos momentos que desearías que fuesen eternos.

Pero ay, qué tristeza pensar que cuando crees que algo es eterno...
se acaba.

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