9.28.2025

El comienzo del fin.

Me prometí a mi mismo que si volvía por aquí, ya sería definitivo. Y, sinceramente, creo que será lo mejor.

No sabes cuánto me duele ver que todos estos años no han servido para nada, que has tirado a la basura todo lo que hemos construido. Que toda esa confianza, todas esas palabras… se las ha llevado el viento. 

¿Por qué eres tan imbécil? ¿Por qué me haces daño de esta manera? Aquí estoy, otra noche más, llorando por tus caprichos. Intentando creer que todo va a cambiar y que esto es sólo una mala racha. Pero no, la desconexión es inminente. Y me jode. Me jode haberte avisado. Me jode haber intentando por todos los medios que esto no naufragara. Y, mientras yo me ahogaba, tú seguías remando hacia la marea.

Qué valor. Qué valor tratarme así con todo lo que hemos vivido. Qué valor tratarme así con todo lo que te he cuidado, con todo lo que te he querido. La has jodido pero bien, chaval.

No entiendo que digas que me quieres pero que sólo sepas hacerme daño. No sé si será la edad, la inmadurez, o que realmente no has sabido valorar lo que tenías. Muy pronto se acostumbra uno a lo bueno. Pero lo bueno, hay que cuidarlo. 

Y ha sucedido justo lo que yo no quería: he vuelto aquí. A escribir, a desahogarme, a llorarlo todo. He vuelto para quitarme todo esto de encima, porque me encantaría poder solucionarlo, hacer borrón y que nada de esto hubiera pasado, pero es que no puedo. Y eso es lo que me jode, que no controlo la situación. Que todo dependía de ti, y tú no has sabido manejarlo. Te has dejado llevar por deseos e impulsos, los cuales ya estabas avisado que te iban a llevar por el mal camino. Pero, una vez más, tu egoísmo ha podido con todo eso, y más.

Y me entristece, porque llevo mucho tiempo pensando en esto. Poniendo luz a un encuadre nocturno que me ha colapsado. Y al final, pues bueno, volví a quedar de tonto. Me tomaron el pelo de nuevo, así se siente. Enhorabuena, ya tienes lo que querías. Ahora disfruta de tu premio y déjame tranquilo.

Siempre he dicho que estoy para vivir el ahora. Pero ahora, la que llora soy yo.

5.23.2025

¿He perdido la sonrisa?

 ¿Sabes? Pensaba que no volvería por aquí…

Y me alegra y me entristece a partes iguales. Siempre es bonito volver a eso que llamamos ‘hogar’, un sitio donde refugiarte y donde expresarte sin temor, sin miedo al reproche.

De vez en cuando he venido a releer todo lo que ese joven chico escribió. Ese chico frágil y vulnerable que pensaba que la vida no estaba hecha para él, que pensaba que había venido al mundo para hacer feliz a la gente que se encontraba en su camino, pero que en esa felicidad no había hueco para él mismo.

¿Se equivocaba? Pf, qué decirte. No quiero hacer como que soy feliz, si realmente no lo soy. La pregunta es: ¿lo soy?

Estoy muy orgulloso de la persona en la que me estoy convirtiendo, de todo lo que consigo con mi esfuerzo diario; pero sigo con esa sensación de no encontrar mi sitio. Que sigo con esa vulnerabilidad, y que me afecta lo poco que alguien pueda hacer. No sé, no es nada fácil.

Siempre lo he dicho: es muy fácil tratar conmigo, si sabes cómo hacerlo. Soy como un elegante piano, que si tocas las teclas adecuadas, la melodía que suene puede ser maravillosa. Y si cambias una tecla, no pasa nada, es divertido jugar. Pero no cambies toda la melodía porque entonces estarás buscando otra canción, otro sonido que ya no suena como estar en casa.

Y eso quiero yo, sentirme en paz, sentir que este es mi hogar. Que tú eres mi refugio, y que no necesitamos nada más que nos de la calidez que buscamos. 

Necesito recuperar eso que me hace vibrar, que me hace ilusionarme, no poder dormir de los nervios. Eso que hace que la vida tenga sentido. Todo aquello que hacía que nunca perdiera la sonrisa. ¿Y ahora?

Espero, de verdad, no tener que volver por aquí. Creo que no será una buena señal.

Pero te digo, que si vuelvo, ya será definitivo. Por mucho que me cueste, por mucho que me duela, ésta siempre será mi casa.