¿Sabes? Pensaba que no volvería por aquí…
Y me alegra y me entristece a partes iguales. Siempre es bonito volver a eso que llamamos ‘hogar’, un sitio donde refugiarte y donde expresarte sin temor, sin miedo al reproche.
De vez en cuando he venido a releer todo lo que ese joven chico escribió. Ese chico frágil y vulnerable que pensaba que la vida no estaba hecha para él, que pensaba que había venido al mundo para hacer feliz a la gente que se encontraba en su camino, pero que en esa felicidad no había hueco para él mismo.
¿Se equivocaba? Pf, qué decirte. No quiero hacer como que soy feliz, si realmente no lo soy. La pregunta es: ¿lo soy?
Estoy muy orgulloso de la persona en la que me estoy convirtiendo, de todo lo que consigo con mi esfuerzo diario; pero sigo con esa sensación de no encontrar mi sitio. Que sigo con esa vulnerabilidad, y que me afecta lo poco que alguien pueda hacer. No sé, no es nada fácil.
Siempre lo he dicho: es muy fácil tratar conmigo, si sabes cómo hacerlo. Soy como un elegante piano, que si tocas las teclas adecuadas, la melodía que suene puede ser maravillosa. Y si cambias una tecla, no pasa nada, es divertido jugar. Pero no cambies toda la melodía porque entonces estarás buscando otra canción, otro sonido que ya no suena como estar en casa.
Y eso quiero yo, sentirme en paz, sentir que este es mi hogar. Que tú eres mi refugio, y que no necesitamos nada más que nos de la calidez que buscamos.
Necesito recuperar eso que me hace vibrar, que me hace ilusionarme, no poder dormir de los nervios. Eso que hace que la vida tenga sentido. Todo aquello que hacía que nunca perdiera la sonrisa. ¿Y ahora?
Espero, de verdad, no tener que volver por aquí. Creo que no será una buena señal.
Pero te digo, que si vuelvo, ya será definitivo. Por mucho que me cueste, por mucho que me duela, ésta siempre será mi casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario